martes, 11 de febrero de 2014

El Conventillo

Hay lugares que parecen tener la capacidad de transmitir buenas vibraciones. Supongo que todos hemos experimentado alguna vez esa sensación de llegar a un sitio determinado y sentir de repente una descarga de energía positiva. Eso me ocurre a mí cada vez que me acerco por El Conventillo, un pequeño rincón de gran encanto junto al puerto calderino y al lado también del centro cultural Estación. Entrar allí es como sumergirte en un escenario costumbrista de hace varias décadas. Un pequeño viaje en el tiempo, con ida y vuelta en el mismo día, de los que dejan el corazón alegre y la mente despejada.


Los conventillos eran muy habituales en Sudamérica a mediados del siglo XX. En España se llamaban casas de vecindad y también eran una forma de alojamiento frecuente en la época. Familias de bajo poder adquisitivo, trabajadores e inmigrantes eran la principal clientela de unas casas grandes con muchos dormitorios (familias enteras vivían en cada uno de ellos) y zonas de estar y baños comunes.

En Caldera se ha conservado la fachada de uno de ellos, con su estética característica y unas pintorescas esculturas asomadas al balcón a modo de "distinguidos" inquilinos. Pero el lugar estaba un tanto abandonado hasta que Claudio, Mario, Franco y Patrick, cuatro amigos chilenos procedentes de Copiapó, decidieron redecorarlo y devolverle su esplendor, aprovechando la temporada de verano, instalando en él una pequeña tienda al aire libre que han llamado Patio Estación. En ella podemos encontrar prendas de estilo bohemio y llenas de color, acorde con el escenario, y productos artesanales, como bisutería, sombreros, pañuelos, mochilas... Aunque aparentemente son como los que se pueden encontrar en otros comercios, en realidad no es así, pues cada objeto refleja el mimo y la dedicación con que está realizado, haciéndolo original y único. Diferente, como el entorno.






Nunca he estado en Buenos Aires (una de mis asignaturas pendientes), pero he leído algo sobre los conventillos que abundaban el el célebre barrio de La Boca. Muchos de ellos se conservan en la actualidad y hacen las delicias de los turistas. Ese mismo aire de tango es el que se respira en Patio Estación, que parece una recreación en miniatura de ese barrio bonaerense que ansío conocer algún día. Mientras tanto, ya tengo mi rinconcito porteño particular.








No quiero terminar este post sin agradecer a sus dueños, en especial a Claudio, su amabilidad. Un placer conversar con vosotros. Gracias por dejarme fotografiar cada recodo de la tienda. Deseando estoy de que pongais ese proyectado libro de visitas para perpetuar en él mi modesto testimonio.



















Un paraje chiquitito, sencillo, nada pretencioso. Un mágico estallido de colores suficiente para inspirar un artículo. Escribirlo ha sido una manera de canalizar esa energía positiva que a mí me transmite.

Junto a Claudio, en un rincón de la tienda donde también es posible
 degustar un jugo natural de frutas.


"Sin duda hay que perderse para hallar destinos inalcanzables o de lo contrario todo el mundo sabría dónde están." (Ted Elliott y Terry Rossio, guión de la película Piratas del Caribe 3: En el fin del mundo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario