Desde hace unos días,
hay dos nuevos compatriotas españoles en la región de Atacama. Han
venido también por motivos de trabajo y estarán entre nosotros
alrededor de dos meses. Sus nombres, por si a alguien le suenan,
Mario Casas y Antonio Banderas.
Junto a ellos, un elenco
de renombre internacional entre los que destacan Juliette Binoche,
Gabriel Byrne o Rodrigo Santoro. Todos se encuentran rodando la
película "Los 33", basada en el derrumbe de la mina San
José, que dejó atrapados durante 69 días a 33 mineros, y su
posterior rescate.
Tan ilustres visitantes, que por cierto fueron recibidos en loor de multitudes por el mismísimo presidente de Chile en el Palacio de la Moneda en Santiago a su llegada al país, me dan pie para recordar aquel acontecimiento histórico de repercusión mundial, que todos guardamos seguro aún en nuestras memorias dada la cercanía en el tiempo.
Fuente: www.tvnotas.com.mx |
Fuente: www.lacuarta.com |
Tan ilustres visitantes, que por cierto fueron recibidos en loor de multitudes por el mismísimo presidente de Chile en el Palacio de la Moneda en Santiago a su llegada al país, me dan pie para recordar aquel acontecimiento histórico de repercusión mundial, que todos guardamos seguro aún en nuestras memorias dada la cercanía en el tiempo.
Sucedió el 5 de agosto
de 2010. En la mina San José, una de las muchas que hay en esta zona
eminentemente minera, se produjo un derrumbe que dejó atrapados en
su interior a 33 mineros a unos 700 metros de profundidad. Las
labores de rescate, a base de perforaciones con las maquinarias más
avanzadas, se prolongaron durante 69 días debido a la complejidad de
la operación. 17 días pasaron hasta que hubo indicios certeros de
que todos ellos estaban con vida, hecho que se celebró con gran
euforia en todo el país y más concretamente entre los familiares y
amigos de los mineros, que improvisaron en el exterior de la mina el
llamado Campamento Esperanza, donde permanecieron día y noche a la
espera del milagro que les devolviera a sus seres queridos, hecho que
se produjo el 13 de octubre.
Recuerdo haber seguido
esta noticia desde España con gran interés a través de los
informativos, así como la transmisión televisiva en directo del
rescate de todos y cada uno de ellos. No en vano, fue el evento con
mayor cobertura mediática de esas características, y tuvo en vilo a
1.300 millones de espectadores en todo el mundo. Lo que no imaginaba
es que, tres años después, los protagonistas de aquella historia
iban a ser mis vecinos, puesto que la mina San José dista de Bahía
Inglesa apenas unos 45 kilómetros.
Tampoco imaginaba que iba a tener el honor de conocer en persona al que fue, desde el anonimato, uno de los grandes apoyos morales y físicos en el Campamento Esperanza, y testigo de toda la historia: el padre Juan, párroco de Caldera y gran amigo y referente al que ya dediqué uno de mis artículos. Hace unos días tuve la oportunidad de conversar con él sobre este hecho. Me contó cómo visitaba diariamente, junto con un grupo de voluntarios, a los familiares en el Campamento Esperanza. Lo hacían por la noche, puesto que por el día las visitas eran más numerosas y también la aparición de los medios de comunicación. Pero de noche, la soledad en el frío invierno del desierto se hacía insoportable. Les llevaban mantas, café caliente, huevos cocidos, y les reconfortaban también el alma con su compañía. Hicieron que la luz de la esperanza, ese bello nombre con el que acertadamente quisieron bautizar el campamento, no se apagara nunca. Los primeros días, llenos de incertidumbre, sin noticias, fueron los peores. A raíz de saberse que todos estaban con vida, esa esperanza creció, pero aún tuvo que armarse de paciencia ante el largo proceso de salvamento. Durante todas estas fases el padre Juan no les abandonó nunca. Aunque, ante mi pregunta de cómo de emocionante fue el ver salir a los mineros de la oscuridad uno tras otro, me contestó que no estuvo presente. En esos momentos no estuvo presente simplemente porque no quiso. Demasiados periodistas, demasiadas cámaras, demasiadas personalidades importantes. No era su "ambiente". Su ambiente fue la soledad y la desesperación de las familias, la necesidad de compañía, unas palabras de aliento a las que aferrarse. La oración comunitaria. Lo de "el cura saliendo en la foto" no va con él.
Tampoco imaginaba que iba a tener el honor de conocer en persona al que fue, desde el anonimato, uno de los grandes apoyos morales y físicos en el Campamento Esperanza, y testigo de toda la historia: el padre Juan, párroco de Caldera y gran amigo y referente al que ya dediqué uno de mis artículos. Hace unos días tuve la oportunidad de conversar con él sobre este hecho. Me contó cómo visitaba diariamente, junto con un grupo de voluntarios, a los familiares en el Campamento Esperanza. Lo hacían por la noche, puesto que por el día las visitas eran más numerosas y también la aparición de los medios de comunicación. Pero de noche, la soledad en el frío invierno del desierto se hacía insoportable. Les llevaban mantas, café caliente, huevos cocidos, y les reconfortaban también el alma con su compañía. Hicieron que la luz de la esperanza, ese bello nombre con el que acertadamente quisieron bautizar el campamento, no se apagara nunca. Los primeros días, llenos de incertidumbre, sin noticias, fueron los peores. A raíz de saberse que todos estaban con vida, esa esperanza creció, pero aún tuvo que armarse de paciencia ante el largo proceso de salvamento. Durante todas estas fases el padre Juan no les abandonó nunca. Aunque, ante mi pregunta de cómo de emocionante fue el ver salir a los mineros de la oscuridad uno tras otro, me contestó que no estuvo presente. En esos momentos no estuvo presente simplemente porque no quiso. Demasiados periodistas, demasiadas cámaras, demasiadas personalidades importantes. No era su "ambiente". Su ambiente fue la soledad y la desesperación de las familias, la necesidad de compañía, unas palabras de aliento a las que aferrarse. La oración comunitaria. Lo de "el cura saliendo en la foto" no va con él.
No obstante, y me sigue
relatando con un atisbo de amargura, el punto de inflexión que tan
tremenda experiencia tendría que haber significado en la vida de
esos 33 hombres no fue tal. Prometían una unión indisoluble para
luchar por los derechos de los mineros, pero después se han seguido produciendo accidentes y no han levantado la voz. Anunciaban una
fundación financiada con los ingresos que generaran mediante el
renombre que habían adquirido. Pero no supieron gestionar esa fama
que les vino de golpe y cayeron en la trampa de la televisión
"basura", donde empezaron a acudir a programas cada uno por
su lado y por supuesto sin intención de compartir con el grupo los
cuantiosos ingresos adquiridos. Me sigue contando el padre Juan que
ha estado con algunos de ellos recientemente. Muchos tienen secuelas
psicológicas y la mayoría está sin trabajo. Tampoco han conseguido
que su demanda prospere, pues la Fiscalía no encuentra elementos
causales suficientes para inculpar a los dueños de la mina. Todo
esto ha provocado desavenencias entre ellos. Es un dato significativo
que sólo 13 de los 33 estuvieran presentes en el acto conmemorativo
del tercer aniversario del rescate.
Durante dicho acto, celebrado el pasado 13 de octubre de 2013, el presidente chileno, Sebastián Piñera, inauguró el Centro de Interpretación que se encuentra en la superficie de la propia mina San José, donde se relata con todo detalle el acontecer de los hechos, mediante paneles informativos, fotografías, numerosos objetos encontrados dentro de la mina y regalos conmemorativos. Llaman la atención las treinta y dos banderas chilenas y una boliviana que ondean en el exterior de la mina, representando a cada uno de los mineros encerrados. También hay un monumento llamado "33 Mineros de Atacama, el Milagro de la Vida", que fue inaugurado en agosto de 2012. En su base, podemos leer en una placa "Estamos bien en el refugio los 33", la famosa frase manuscrita en un papel que los mineros hicieron llegar al exterior para avisar que seguían con vida.
Por otro lado, en el Museo Regional de Atacama en Copiapó permanece expuesta la cápsula Fénix 2, por donde fueron rescatados los 33 mineros. Su visión resulta impresionante.
Volviendo a la película, está previsto que se estrene a finales de 2014. Parece ser que los actores están totalmente involucrados en el papel de sus personajes, y cuentan que para ellos está siendo una experiencia única. Habrá que esperar los resultados. Aunque la ficción nunca podrá superar a la tremenda realidad.
Fuente: www.entretenimiento.terra.cl |
Fuente: www.elquehaydecierto.cl |
Bibliografía:
Agradecimientos:
Al padre Juan por su valioso testimonio, y a nuestro amigo mañico José Manuel por ejercer de improvisado reportero gráfico.
Al padre Juan por su valioso testimonio, y a nuestro amigo mañico José Manuel por ejercer de improvisado reportero gráfico.
"Vamos a hacer todos los esfuerzos posibles para rescatar con vida a los 33 mineros. La situación no es fácil y quiero hablar con la verdad: esto no está sólo en nuestras manos, sino en las manos de Dios." (Sebastián Piñera, presidente de Chile, tres días después del derrumbe).