Cuando
el destino de tu nueva vida es un lugar conocido, bien sea por su
importancia financiera o política, por su atractivo turístico o,
simplemente, por su cercanía a España, puedes visualizar sin mucho
margen de error el marco donde se desarrollará tu nueva experiencia.
En mi caso, sobre el lejano e inhóspito Desierto de Atacama, sabía
poco más que situarlo en el mapa. Sí tenía, sin embargo,
referencias de la capital chilena, Santiago, una gran urbe
cosmopolita equiparable a cualquier capital europea en modernidad y
desarrollo.
Pero
Atacama es otro mundo. Supongo que, ante la falta de información
veraz, la imaginación se pone a trabajar para rellenar ese vacío en
el conocimiento. Y los tópicos son muy recurrentes en estos casos.
He de decir que mi concepto de "desierto" ha cambiado
bastante desde que llegué aquí. Me explico:
El
desierto no es sólo arena y aridez (que también). Hay vida. Y en el
caso de Bahía Inglesa, donde vivimos, ¡playa! Como conté en el
artículo anterior, nuestra casita está ubicada entre la playa y el
desierto.
Desierto,
sinónimo de sol intenso y calor insoportable. O al menos eso creía
yo. Normalmente amanece nublado, y el sol se hace esperar hasta el
mediodía. Eso sí, cuando asoma es necesario protegerse con filtro
solar, sombrero y gafas, pues la radiación es altísima. Por otra parte,
los vaporosos vestiditos de tirantes que traje de España para las
noches estivales permanecen impolutos en el fondo de la maleta. Al
ponerse el sol refresca bastante y las cazadoras y chaquetas de punto
hacen su aparición. Y en las noches veraniegas, hay que dormir con
edredón y la ventana cerrada, algo impensable en la región española
de la que procedemos.
Al contrario de lo que imaginé, aquí también hay flores. E incluso lluvia. Dicen
que en esta zona llueve una vez cada diez años. Si es así, he
tenido la suerte de presenciar tan extraordinario espectáculo al
menos en un par de ocasiones. Eso sí, mi paraguas, que
previsoramente incluí en el equipaje antes de abandonar España, fue
el único que se paseó por Caldera durante esos días, ante la
mirada atónita del vecindario, poco acostumbrado a visualizar
semejante accesorio.
Cuando
llueve algo más de lo que lo ha hecho este año, florece el
desierto. Es el "Desierto Florido" un fenómeno de singular
belleza único en el mundo. Ojalá tengamos la oportunidad de
contemplarlo en vivo antes de abandonar estas tierras.
"No pidas que las cosas lleguen como tú las deseas, sino deséalas tal como lleguen, y prosperarás siempre." (Epícteto)
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