miércoles, 13 de noviembre de 2013

Desmontando tópicos

Cuando el destino de tu nueva vida es un lugar conocido, bien sea por su importancia financiera o política, por su atractivo turístico o, simplemente, por su cercanía a España, puedes visualizar sin mucho margen de error el marco donde se desarrollará tu nueva experiencia. En mi caso, sobre el lejano e inhóspito Desierto de Atacama, sabía poco más que situarlo en el mapa. Sí tenía, sin embargo, referencias de la capital chilena, Santiago, una gran urbe cosmopolita equiparable a cualquier capital europea en modernidad y desarrollo.

Pero Atacama es otro mundo. Supongo que, ante la falta de información veraz, la imaginación se pone a trabajar para rellenar ese vacío en el conocimiento. Y los tópicos son muy recurrentes en estos casos. He de decir que mi concepto de "desierto" ha cambiado bastante desde que llegué aquí. Me explico:

El desierto no es sólo arena y aridez (que también). Hay vida. Y en el caso de Bahía Inglesa, donde vivimos, ¡playa! Como conté en el artículo anterior, nuestra casita está ubicada entre la playa y el desierto.


Una maravillosa playa de aguas cristalinas... y heladas. Segundo mito que se desmorona: las playas paradisíacas no siempre son las mejores para el baño. Para alguien que ha crecido junto al Mediterráneo, como la que escribe, el intentar sumergirse en el Pacífico sin congelarse en el intento es misión del todo imposible. Así que me conformo con recostarme sobre la arena blanca mientras observo, frustrada, cómo la población autóctona chapotea sin reparos en las gélidas aguas oceánicas como si del Caribe se tratara.

Desierto, sinónimo de sol intenso y calor insoportable. O al menos eso creía yo. Normalmente amanece nublado, y el sol se hace esperar hasta el mediodía. Eso sí, cuando asoma es necesario protegerse con filtro solar, sombrero y gafas, pues la radiación es altísima. Por otra parte, los vaporosos vestiditos de tirantes que traje de España para las noches estivales permanecen impolutos en el fondo de la maleta. Al ponerse el sol refresca bastante y las cazadoras y chaquetas de punto hacen su aparición. Y en las noches veraniegas, hay que dormir con edredón y la ventana cerrada, algo impensable en la región española de la que procedemos.

Al contrario de lo que imaginé, aquí también hay flores. E incluso lluvia. Dicen que en esta zona llueve una vez cada diez años. Si es así, he tenido la suerte de presenciar tan extraordinario espectáculo al menos en un par de ocasiones. Eso sí, mi paraguas, que previsoramente incluí en el equipaje antes de abandonar España, fue el único que se paseó por Caldera durante esos días, ante la mirada atónita del vecindario, poco acostumbrado a visualizar semejante accesorio.

Cuando llueve algo más de lo que lo ha hecho este año, florece el desierto. Es el "Desierto Florido" un fenómeno de singular belleza único en el mundo. Ojalá tengamos la oportunidad de contemplarlo en vivo antes de abandonar estas tierras. 



"No pidas que las cosas lleguen como tú las deseas, sino deséalas tal como lleguen, y prosperarás siempre." (Epícteto)

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