He elegido para el artículo de hoy un tema serio y delicado que no quiero dejar de abordar.
Al llegar a este lugar me
llamó mucho la atención, y no de forma positiva
precisamente, la cantidad de perros callejeros que se ven. Aquí les
llaman perros "vagos". Porque eso es lo que hacen los
pobres animales: vagar desorientados por las calles.
He podido saber que la
raíz del problema está en la falta de responsabilidad de sus
dueños. Porque la mayoría de estos perros son, o eran, domésticos.
Hasta que empezaron a crecer y a dejar de ser el juguete de la casa.
A demandar demasiados cuidados. Fue cuando sus amos decidieron que
"necesitan libertad y están mejor así, sueltos". Es lo
que responden cuando se les pregunta. La realidad es que se
desentienden totalmente de ellos. Los animales están sucios, llenos
de pulgas, muchos de ellos famélicos y enfermos. No llevan collar ni
por supuesto están vacunados, con el indudable riesgo que esto
implica para la población. Se han dado casos de ingresos
hospitalarios de personas que han sufrido ataques y mordeduras. Por
no hablar de las plagas de pulgas, dificilísimas de erradicar, y que pueden afectar a cualquier vivienda del entorno.
Esta problemática,
propia de zonas poco desarrolladas, cuenta con el agravante de la
pasividad de las autoridades, que aunque tienen la obligación de
recogerlos y llevarlos a sitios habilitados para su cuidado, hacen
oídos sordos. "Las perreras están desbordadas",
argumentan.
Sin ser ni mucho menos
entendida en la materia, estas son mis ideas sobre un posible plan de
acción:
Para los animales, la
solución pasa por mejorar y ampliar las instalaciones municipales
destinadas a atenderlos. El gobierno debería lanzar campañas
publicitarias, al estilo de las españolas, explicando que los perros
no son un simple regalo navideño, y haciendo un llamado a la
responsabilidad. También creo que las personas que abandonan a sus
mascotas deberían ser multadas. Las sociedades protectoras, por su
parte, deben desarrollar y promover planes de acogida, en vez de
limitarse a reivindicar que "los perros vagos son intocables",
cual vaca sagrada en la India. Argumento, a mi modo de ver,
inadmisible.
Para las personas, y esto
es lo más importante, hay que cuidar y revisar normas básicas de
higiene y sanidad. Sería bueno que los centros de salud expusieran
claramente mediante carteles los pasos a seguir en caso de
mordeduras, pues creo que la población no está lo suficientemente
informada ni concienciada. En cuanto a los propietarios de locales y
negocios, sobre todo los de alimentación, deben ser más estrictos
y evitar la entrada de perros a los comercios (no en pocas ocasiones,
para comprar el pan, he tenido que saltar literalmente por encima de
un perrazo que sestea tranquilamente en el interior del supermercado.
Triste anécdota.)
Lo que está claro es que
un país emergente como Chile, con grandes expectativas de progreso,
no puede tolerar la falta de higiene, proliferación de enfermedades
e inseguridad ciudadana que esta situación provoca.
Esta es la realidad que
he querido contar en forma de denuncia. Realidad que los habitantes
de la zona sobrellevan con una normalidad que no alcanzo a
comprender. Tengo amigas pertenecientes a asociaciones protectoras de
animales que sé que leen este blog. Vuestra experiencia y vuestra
opinión sería muy valiosa para mí. Ojalá esto pueda cambiar algún
día.
"El peor pecado para con nuestras criaturas amigas, no es el odiarlas, sino ser indiferentes con ellas. Esa es la esencia de la inhumanidad." (George Bernard Shaw)
Felicidades Pilar, por abordar este tema con valentía; denunciando un problema que está ahí, y siendo constructiva en tu planteamiento. Confío en que se sumen otras voces y se aporten soluciones. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Cynthia. Me alegro que te guste el enfoque que le he dado al artículo. Desgraciadamente y tal o como veo la situación, no tengo muchas esperanzas de que se solucione a corto plazo. Ojalá me equivoque. Un besazo.
EliminarHemos leído la familia tu interesante entrada. A Jesús y a mi no nos ha parecido nada extraño, ya que eso también se ha vivido aquí hace años, sobre todo en los pueblos. Pero, a los niños les ha chocado mucho. Piensan que eso no puede ser verdad. Por lo que deduzco que, afortunadamente, no tenemos nada que ver con esa problemática. A propósito, Belen me ha preguntado que si tienes que seguir viviendo ahí. Ella tendrá sus motivos para pensar eso. Supongo que estamos muy mal acostumbrados. Besos de Susana y toda la familia.
ResponderEliminarA los niños este tema les debe parecer de ciencia-ficción. Afortunadamente hace muchos años que en España no se ve algo parecido. Dile a Belén que aquí hay cosas malas como en todas partes, pero que también hay cosas maravillosas, y vivir aquí está siendo una experiencia muy bonita, sobre todo para, como bien dices, no "malacostumbrarnos". Un abrazo a todos.
ResponderEliminarHola Pilar... Me ha gustado mucho tu artículo ya que se relaciona directamente con una de mis "labores"... el ser voluntaria en protectoras de animales. Es triste, muy triste, ver esta situación y no poder hacer nada, o casi nada. Recientemente un amigo me comentaba que en Rumanía pasa algo parecido, aunque mucho más peligroso. El número de perros abandonados y que han crecido de forma, literalmente, salvaje, es tan alto que se forman verdaderas jaurías y hasta da miedo salir a la calle, más de noche. Qué hacer ante una situación así? Pensar en la solución que daría un gobierno es espeluznante...un holocausto canino. Sacrificarlos a todos... para acallar a la gente. Un barrido temporal del problema, que volverá a surgir en cuanto se reproduzcan los afortunados que sobrevivieran a la masacre.
ResponderEliminarCómo son las cosas en España ?. En la perrera (control de zoonosis) se les eutanasia pasada una semana. Se multa a los propietarios que abandonan a sus mascotas. Así que los que no quieren pagar, rebanan el cuello de los animales para matarlos directamente de la forma más cruel o para quitarles el microchip con los datos identificativos. Las protectoras, que funcionan de pequeñas subvenciones, donativos y la ayuda de muchos voluntarios como yo, están saturadas. La buena voluntad es mucha, pero poco se puede hacer cuando tienes que meter a cuatro perrillos en una conejera vieja por falta de espacio y cada mañana que te acercas al corralín te encuentras algúna perra preñada, atada a un palo, para que la recojas (he llegado a ver hasta un contenedor de plástico con 8 cachorros Pointer puros). Es necesario concienciar a la población y al gobierno de los países, de la necesitad de crear una legislación que contemple los derechos de los animales y las obligaciones de sus propietarios. Esterilizar, erradicar la compra-venta, campañas sanitarias gratuítas para que tener una mascota no suponga un lujo, albergues... esas son algunas de las medidas necesarias para que podamos convivir entre todos, respetando a otras especies. Al fin y al cabo, seguimos siendo unos animales. O como tales nos comportamos.
Muy interesante todo lo que dices, Cristina. Te lo agradezco porque tu comentario era uno de los que yo esperaba, y así lo insinué en el artículo ;) Sé que trabajas como voluntaria en una protectora y es importante conocer el problema desde dentro. Ya veo que en otros países el problema es igual o mayor, e incluso en España sigue estando latente aunque no se vean tantos perros por las calles. Lo que sí veo en vosotros es un nivel de compromiso que aquí no intuyo. Aunque está claro que sólo con eso no se soluciona la situación. Ojalá algún día llegue alguien con poder que verdaderamente se implique en arreglar las cosas. Gracias y un abrazo.
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