La lengua española es
tan rica que existen miles de sinónimos y de expresiones que no
conocemos, y que son en definitiva los que marcan la diferencia entre
los países de habla hispana.
La "chilenización"
del español da lugar a peculiares vocablos que, poco a poco, tanto
mi marido como yo hemos ido integrando en nuestro propio lenguaje.
Aunque sigue habiendo palabras a las que nos cuesta acostumbrarnos.
Resulta sumamente
enriquecedor, y también muy divertido, sacar este tema en reuniones
de amigos donde confluyen varias nacionalidades: chilenos, españoles,
mexicanos, paraguayos... Cada uno tenemos una manera distinta de
expresar una misma idea. Las palabras que para nosotros los españoles
pueden ser malsonantes, para los de otros países son habituales, y
viceversa, lo que puede dar lugar a situaciones comprometidas y que
provocan la risa.
Os invito a sumergirnos de lleno en
un amplio universo de términos desconocidos. Espero que el lector no
se pierda en el intento de asimilarlos todos.
Al primero que escuché
hablar de los cabros fue al ya conocido padre Juan: "Hay que buscar la manera de volver a atraer a los
cabros a la Iglesia".
Esa palabra me pareció muy fea. Pero aquí no es malsonante en
absoluto. Es la forma habitual de referirse a los adolescentes. "Los
cabros sólo piensan
en salir de carrete y
pasarlo chancho"
(Traducción: los jóvenes sólo piensan en salir de marcha y pasarlo
en grande.) Aclarar que chancho es
como llaman aquí al cerdo.
Poco
a poco he aprendido a prescindir, no sin alguna metedura de pata, de
palabras como "cola" (aquí es mejor hacer fila pues la cola tiene connotaciones sexuales fáciles de deducir), o como
"hueco" (mejor que me hagan un espacio, o un sitio). Al
hablar de hueco, se refieren a un homosexual de
una manera despectiva.
Atención, que viene la frase estrella:
si te toca la lotería... ¡¡te has ganado la polla!!
(Imaginaos mi cara la primera
vez que escuché esto. Tuve que preguntar el significado porque ni
siquiera alcancé a intuirlo.)
Los
novios son pololos,
una palabra que me parece divertida y tierna a la vez. Pololear
también es un verbo. El noviazgo es el pololeo.
No
se echa gasolina, sino bencina.
Y si el auto (que no
coche) se avería, se dice que está en pana
(expresión claramente derivada del francés). En las ciudades
chilenas en hora punta no hay atascos, hay tacos.
Y en Chile no se dicen tacos ni palabrotas, sino garabatos.
Cuando
la señora que nos arrienda la casa me dijo que estuviera atenta al
cálefon por si había
que llamar al gásfiter,
a punto estuve de decirle que si me lo podía traducir al chino por si
lo entendía mejor. Se refería al calentador del baño y al
fontanero.
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Algo
o alguien soso, aburrido o desagradable es fome.
Es un adjetivo muy utilizado en Chile. La expresión "qué
fome" es muy recurrente.
Así como al tiro,
para decir "ahora mismo", o "enseguida". "Voy
al tiro."
Las
camisetas son poleras.
Y las sudaderas con capucha, polerones.
Si vas bien arreglada, es fácil que te piropeen diciéndote que
"estás regia"
o que "vas muy pituca".
Dos palabras muy curiosas: cuando
alguien está "curao"
es que está borracho. Y donde la espalda pierde su casto nombre es, coloquialmente, el poto.
Por la calle, una señora con un cochecito de bebé le decía a otra: "A la guagüita le duele la guata." Se refería a su pequeño, al que por lo visto le dolía la barriga. Las guaguas son todos los bebés, independientemente del sexo. La guata es el estómago. Tras esto, es fácil deducir por qué a los "gorditos" les llaman guatones.
Por la calle, una señora con un cochecito de bebé le decía a otra: "A la guagüita le duele la guata." Se refería a su pequeño, al que por lo visto le dolía la barriga. Las guaguas son todos los bebés, independientemente del sexo. La guata es el estómago. Tras esto, es fácil deducir por qué a los "gorditos" les llaman guatones.
El tema de las comidas, llamadas también colaciones, es complicado. Nuestra comida de mediodía, en Chile es el almuerzo. Y nuestra
cena, es la comida. Una vez invitamos a alguien a
comer y se presentó a las 9 de la noche. Y, entre una y otra, ellos
no meriendan, toman once. El once consiste
principalmente en un té acompañado de bollos con mantequilla y
mermelada, pastas, canapés, etc, y muchos chilenos lo toman como
merienda-cena que diríamos en España.
Diferentes términos,
diferentes costumbres, diferentes culturas. Unidos en el mismo idioma
español aunque con multitud de matices, que hacen único a cada
país. Y bien orgullosos que debemos estar de ello. Espero haber
arrancado alguna que otra sonrisa a quien haya leído este artículo.
Sonrisas que sin duda, experimentan también los iberoamericanos que
llegan a España y escuchan algunas de nuestras miles de castizas
expresiones. Seguro que darían para un libro.
"Es preciso que los hispanohablantes de unos y otros países nos oigamos mutuamente hasta que el uso normal de cada país sea familiar para los otros. Acomodando a nuestra situación lingüística el dicho terenciano, debemos adoptar todos este lema: "Hablo español, y no considero ajena a mí ninguna modalidad de habla hispánica".
(Rafael Lapesa, "América y la unidad de la lengua española", en Revista de Occidente, mayo de 1996, y en El español moderno y contemporáneo, Crítica, Madrid, 1996.)
"Es preciso que los hispanohablantes de unos y otros países nos oigamos mutuamente hasta que el uso normal de cada país sea familiar para los otros. Acomodando a nuestra situación lingüística el dicho terenciano, debemos adoptar todos este lema: "Hablo español, y no considero ajena a mí ninguna modalidad de habla hispánica".
(Rafael Lapesa, "América y la unidad de la lengua española", en Revista de Occidente, mayo de 1996, y en El español moderno y contemporáneo, Crítica, Madrid, 1996.)
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